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Post contagioso

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El virus LSD


Todos tenemos un pasado, y siempre hay alguien dispuesto a remover en ese pasado y rescatar episodios vergonzosos. En The Malware Museum se recopilan algunos de los virus malignos que se propagaron por los PC de todo el mundo, allá por las décadas de los ochenta y los noventa. Algo así como entrar en el historial médico de la informática y desvelar sus males pasados.

Antes de que los troyanos, los Sasser, los Conficker o los Netsky fulminasen discos duros de la época D.I. (despúes de Internet), existían unos virus con nombres como Crash, Virdem, Casino o Marine, que descubrieron a toda una generación que las máquinas podían enfermar y contagiarse. Ahora gracias a este museo de virus informáticos, es posible no sólo repasar cómo eran algunos de estos achaques cibernéticos, sino además experimentarlos en nuestros equipos sin peligro alguno de contagio.

Como la nostalgia de los 80 es todo un negocio que se lleva explotando en forma de cómics, libros y hasta películas (el perfil de Facebook Yo fuí a EGB, es un pozo sin fondo para los que añoran su adolescencia), no nos extrañaría que a más de un cuarentón o cincuentón se le escapara una lagrimilla al recordarse acneico perdido jugando al PacMan en su antidiluviano MS-DOS.




Tras la irrupción de Internet, salvo que tengas un Mac, la obligatoriedad de la profilaxis informática vía antivirus, se hizo obligada: demostrando que la supuestas perfección mecánica tampoco existe.Hal 9000 o Roy Batty ya nos lo vaticinaron en sus respectivas películas.Y precisamente en el Instituto Tecnológico de Georgia de los Estados Unidos, se ha vuelto a dar un trasvase de lo humano a lo mecánico, aunque sin un ápice de nostalgia de por medio.


El virus Crash


El retrofuturismo de la última portada de Fangoria,
gracias al genial Juan Gatti
Dos investigadores en computación interactiva han diseñado el sistema Quixote (no podía ser más apropiado en el año del cuarto centenario cervantino), a través del cual los robots podrán aprender valores humanos a través de la lectura. La idea no puede ser más simple: la lectura sirve a los niños para socializarse, empatizar y asimilar los comportamientos y valores que definen a la sociedad de la que van a formar parte. Así pues, ¿por qué no han de servir para que los robots avancen en su inteligencia gracias a los conceptos básicos de fábulas y novelas?

Como señalan los investigadores, la comprensión de las historias por parte de los robots podría eliminar cualquier riesgo psicótico y hacerles cumplir escrupulosamente la primera ley robótica formulada por Asimov: "un robot no hará daño a un ser humano, o por inacción, permitir que un ser humano sufra daño".

El virus Mars


Los robots nos están observando detenidamente para ampliar su inteligencia artificial: una mala noticia para el grupo Fangoria, que con su último disco Canciones para robots románticos, abogan porque los humanos fuéramos cada vez más robóticos; pero parece que la tendencia es cada vez a "humanizar" más a los robots.

Y con algo de esa nostalgia por un futuro que no será (afortunadamente para muchos) cerramos este post. La productora Canada, es responsable en parte del revival que de las estéticas chillonas y geométricas que remiten a los tiempos del MS-DOS y los virus: se practica en muchos videoclips musicales recientes. Uno de los más aplicados en reproducir esos mundos fríos fuertemente pixelados (pero cálidos a la vez por esa simpatía que despiertan los 80), y con música repleta de sintetizadores, fue el vídeo para el tema Espada de Javiera Mena. Su contagioso estribillo es el único contagio al que aspiramos al final de este post repleto de virus.





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