Quienes hayan leído la última novela de Michel Houllebecq, El mapa y el territorio, sabrán que su protagonista es un artista que logra consagrarse gracias a sus fotos de mapas, y que la interesantísima trama da un giro sorprendente con un macabro suceso, que tiene mucho que ver con el título de este post.
Y la reciente noticia de que la British Library ha añadido dos nuevos mapas a su sección de cartografía exótica, nos han hecho recordar esta magnífica novela, y de paso, nos da pie para repasar una colección de mapas de lo más curioso.

Se trata de mapas en los que los países adoptan contornos antropomorfos, que ironizan y critican los momentos políticos del momento histórico en que se crearon. Como el mapa con que abrimos el post: en el que Reino Unido adopta la forma de John Bull, que literalmente defeca sobre Francia a cuenta de la guerra contra Napoleón, que terminaría en la famosa batalla de Waterloo.

En este otro mapa, todos los países europeos tienen una representación pictórica. El panorama que se dibuja es el correspondiente a 1877, cuando los temores británicos hacia las ambiciones expansionistas de Rusia se convertían en una de las mayores amenazas a la hegemonía del Imperio Británico.
En 1900, Rusia era un pulpo que extendía sus tentáculos por toda Europa, el centro del continente era una amalgama de intereses, luchas y convulsiones que sacudían a todos los países. España colgando del continente, si en el anterior mapa se definía por un torero, ahora se hace carne y volantes en el cuerpo de una bailaora (como puede comprobarse los tópicos triunfan desde siempre) amedrentada ante el ímpetu de la revolucionaria Marianne gabacha.
En 1870, la Revolución Industrial había trastocado Europa: mientras Rusia se fragmentaba, Alemania se hacía fuerte, y España... ¡ay España! España como casi siempre es mujer, y en esta ocasión la mujer más perezosa de Europa. ¡¡¡Una auténtica antepasada de la mísmísima Sara Montiel!!!, para la que la Península Ibérica es toda ella una chaisse longue, sobre la que fumando espera, no sabemos exactamente a quien o a qué.
Alemanes y españoles según Almodóvar (de la película Átame)
Y tras el escalofriantemente vigente spot televisivo, que Almodóvar incluía en su película de 1990, proseguimos con dos ejemplos más de esta singular colección de mapas. En el siguiente, fechado en 1882, Europa ya no se hace carne humana, sino animal. Y así, Rusia es un amenazante lobo, Francia un orgulloso gallo y España, como no, un toro con txapela. Un conflictivo arca de Noé en el que todos luchan por la supervivencia, y como nos enseñan los documentales de la 2, terminan devorando a sus vecinos.
El último que escogemos, presenta a Europa tal como si fuera un mapa de la Tierra Media de El señor de los anillos. El liberalismo y el nacionalismo se extendían por Europa, los ideales de la Ilustración calaban en los regímenes políticos que se iban instaurando, y en España un nuevo correlato con el momento que estamos viviendo estos días: el nacionalismo catalán destacaba como una apuesta fuerte y contundente por un Estado federal.
Hasta aquí este breve repaso cartográfico-humorístico-histórico. Ante él, la pregunta que se nos formula está clara. De dibujar un mapa de la Europa actual: ¿cuál sería la representación adecuada?, ¿con qué figuras se podría representar un continente que sufre unas convulsiones que oscurecen nuestro futuro a cada nuevo telediario?
Quizá es que Europa como concepto siempre ha sido una utopía, un ideal, un estado mental al que sólo se puede llegar a través de la hipnosis, del inconsciente colectivo que tantos siglos de historia compartida han ido conformando. Por eso cerremos los ojos, relajémonos un segundo, y viajemos a Europa, gracias al trance que Lars von Trier pretendió inducirnos en su película pre-Dogma: Europa.