Merece la pena reparar los libros intentando alargarles la vida, calentarnos la cabeza para crear iniciativas novedosas que diviertan y enganchen a la lectura, hacer malabarismos con los presupuestos menguantes, chistar cual rancios especímenes de nuestro gremio ante el guirigay que montan los niños (pero sobre todo, los padres desbocados durante las sesiones de cuentacuentos), tirarnos por el suelo si hace falta haciendo de tigre o lobo cuando no nos llega el presupuesto para hacer actividades, repetir explicaciones en las continuas visitas guiadas, coordinar cursos para que los desempleados encuentren trabajo, rastrear por medio mundo buscando los documentos que necesitan nuestros usuarios...
Por esto, y por mucho más, merece la pena seguir tirando del carro, y sobre todo por chutes de adrenalina como el que nos ha proporcionado la periodista de Onda Regional, Marta Ferrero, en el post que nos dedica en su blog: Pon un bibliotecario en tu vida.